domingo, 5 de julio de 2015

UN BOSQUE SIN ÁRBOLES

Sí, no os lo creeréis, pero esta mañana estuve en un increíble bosque sin árboles. Quería ver lo que sucedía cuando intentas hacer amigos en una ciudad nueva, llena de ruidos, tráfico, luces, gente corriendo...
Salí a la calle de la ciudad en la que, por motivo de trabajo iba a vivir los próximos dos años, llena de ilusión, porque por fin, tras no sé cuantísimos meses, tenía un empleo remunerado.
Era sábado por la mañana, cuando la mayor parte de las personas salen a hacer sus compras y recados de la semana, están mas relajadas (eso creía yo) porque no tienen la presión de los horarios de trabajo, y son más accesibles.
Al llegar al portal me encontré con un vecino, cochecito en mano y con las bolsas de la compra. Me apuré a ayudarle a abrir la puerta, me presenté como vecina nueva y, tras un hola sin levantar siquiera la vista, se dirigió al ascensor. Claro, pensé, con niños, la compra, quien sabe qué compromisos el resto del día... no es la mejor elección.
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